Darren Aronofsky nació el 12 de febrero de 1969 en Brooklyn, Nueva York. Estudió cine de animación y acción real en la universidad de Harvard. Con el corto de su tesis, Supermarket Sweep, obtuvo premios internacionales y fue finalista en los Student Academy Awards. En 1994 obtuvo un Master en Dirección en el American Film Institute, quien lo premiaría en 2001 con la prestigiosa medalla Franklin J. Schaffner.

Como es habitual el director comenzó en el mundo del cine con algunos cortos: Supermarket Sweep y Fortune Cookie, ambos en 1991, Protozoa, en 1993, y No Time, en 1994.


Su debut como director de largometrajes fue en 1998 con Pi, una película independiente filmada en blanco y negro y rodada con un presupuesto de apenas 60.000 dólares, de la que fue coguionista y con la que consiguió un gran éxito tanto de público como de crítica y obtuvo diversos galardones, los más destacados como Mejor Director en el Festival de Sundance y Mejor Primer Guión en los Independent Spirit Awards.

Pero con su ópera prima, Aronofsky no había hecho más que comenzar, su segunda película, Requiem por un sueño, basada en la novela de Hubert Selby Jr, se estrenó en el 2000 siendo aclamada mundialmente, una vez más unánimemente por público y crítica, y convirtiéndose al instante en película de culto.

Para su tercera película se tomó su tiempo y seis años después volvió con La fuente de la vida. En esta cinta el director contaba con un presupuesto millonario y un reparto de lujo, pero no convenció de manera tan impactante como sus dos primeras películas, siendo su película más criticada. Por taquilla pasó sin pena ni gloria pero provocó gran discrepancia de opiniones, unos la criticaron duramente mientras otros la encumbraban como una gran obra cinematográfica.


Pero dos años después, en 2008, Aronofsky estuvo listo para volver a la carga y estrenó su cuarta película, El Luchador, con la que acalló las voces de todos obteniendo el León de Oro en el Festival de Venecia, su película fue considerada la mejor del festival y una de las mejores del director por la crítica.

Su quinta y última película, El Cisne Negro, se ha estrenado hace no mucho y ha sido tenida muy en cuenta por todos los premios cinematográficos, obteniendo el Oscar a la mejor actriz para Natalie Portman y siendo nominada, entre otras categorías, como Mejor Película y Mejor Director aunque finalmente no se alzasen con la estatuilla.

Rodada en blanco y negro, Pi, fe en el caos, el debut cinematográfico de Aronofsky es ante todo una cosa: agónica, y es que en cada una de sus escenas el espectador siente la gran ansiedad que abruma al protagonista.

El punto de partida no puede parecer más aburrido, un matemático obsesionado con descifrar el número Pi y descubrir el orden del mundo, que según él se esconde entre sus dígitos. Pero aunque las matemáticas pudieran parecernos la cosa más aburrida en el colegio, nada más lejos de serlo en esta película. El director se adentra en el árido mundo matemático a través de los ojos de su protagonista y nos trasmite su obsesión, sus jaquecas, su espíritu afligido, convirtiendo su película en la más desasosegante que han visto mis ojos.

El protagonista es todo un personaje, Maxilliam Cohen, un matemático que cree que todo lo que nos rodea, la naturaleza y el mundo completo se puede representar mediante números, en ellos está el orden que lo rige. Con esta premisa, Max trata de descubrir el modelo matemático de la bolsa creando un programa que predice el modelo bursátil, pero su ordenador se funde y él considera los resultados como erróneos, a partir de ese momento lo perseguirán judíos en busca de todos los dígitos del número Pi, que según ellos es el nombre de Dios, al tiempo que una empresa de Wall Street lo persigue para obtener el secreto de sus predicciones bursátiles. En esta persecución, más personal que ajena, Max cae en picado hacia la auténtica locura y esta lo lleva a buscar en su cabeza un descanso, un silencio, la simplicidad de la vida.

En esta primera película, Aronofsky contó con Clint Mansell como músico de su banda sonora, algo que continuaría habitualmente en el resto de sus películas. Debo destacar el gran papel de sus bandas sonoras que se integran perfectamente en la película imbuyéndote en cuanto siente su personaje principal.

Terriblemente agónica, claustrofóbica, ansiosa, paranoica y brillante. Aronofsky nos lleva hasta el extremo de la locura para traernos de vuelta y dejarnos sin aliento. La película acaba y tú... continúas en ella.

Lo cierto es que me quedo sin palabras al tratar de hablar sobre Requiem for a Dream, una película que en el instante que comencé a ver, me hechizó de un modo que no había conseguido ninguna otra película, me llevó vagando a través de su metraje hasta fundirme en su final y encontrarme a mí misma tumbada en la misma posición fetal. Sacudida, aturdida, jadeante.

Si, Pi, fe en el caos, es una de las películas más agónicas que he visto, la segunda obra de Aronofsky es la más hipnótica y fascinante. Convertida en un instante en una de mis grandes joyas de cine. No fui la única en advertir la maravilla que suponía para el cine esta película, pues antes de mi fue aclamada mundialmente tanto por crítica como por público, convirtiéndose en seguida en un clásico de culto.

La película cuenta con un poder visual realmente magnífico que junto a la banda sonora, también en este caso de Clint Mansell como siempre en las películas del director, convierten el montaje de la película en algo realmente hipnótico. Si a lo aportado por Aronofsky le añadimos las interpretaciones de sus actores obtenemos una obra realmente perfecta.


La interpretación más sobresaliente de la película es sin duda la de Ellen Burstyn, quien estuvo nominada al Oscar, entre otros muchos premios; aunque finalmente no consiguiera alzarlo para mí es sin duda la justa ganadora de aquel año sin duda alguna por una de las mejores interpretaciones que he visto en toda mi vida, lástima que la Academia no piense como yo. Jennifer Connelly y Jared Leto cargan con el resto de la película de una manera magistral.



Respecto a la trama y el desarrollo de la historia prefiero no contar nada, para sinopsis ya tenéis la de la ficha, pero os recomiendo que no indaguéis en la película si no la habéis visto y os dejéis tan solo hechizar por las imágenes, será una experiencia inigualable. Disfrutadla, os la recomiendo encarecidamente.

La Fuente de la Vida es, a fecha de hoy, la película más criticada del director, aunque sería más verídico decir que es realmente la única criticada. Igual que en su película anterior cuenta con un buen reparto, Ellen Burstyn repite a sus órdenes, aunque en un papel de menor importancia, y Hugh Jackman y Rachel Weisz se convierten en los auténticos protagonistas de esta historia de amor eterno.

Resulta la más confusa de sus películas, tal vez por querer abarcar demasiados temas en una única cinta. Aunque sin duda los protagonistas absolutos son el amor y la muerte. Sitúa su historia en tres espacios temporales muy diferenciados: la actualidad, la era de la conquista de América y el futuro.

Visualmente es una película realmente espectacular en la que la imagen se convierte en auténtica poesía que, aderezada con la banda sonora compuesta una vez más por Clint Mansell, pretende llevarnos a esferas más elevadas del alma humana.

En la actualidad el investigador y oncólogo Tommy Creo trata de encontrar la cura para los tumores cerebrales mediante ensayos con animales, en una lucha desesperada por tratar de salvar a su esposa Izzi, ante sus fracasos decide probar un compuesto derivado de un peculiar árbol procedente de Guatemala que parece tener éxito.

Será Izzi quien introduzca los otros dos tiempos en que se situará la trama: el futuro a través de una nebulosa llamada Xibalba que ella describe como el inframundo maya al que viajan las almas tras su muerte, también le cuenta la leyenda de creación de los mayas, cómo el primer creador del mundo se sacrificó a sí mismo para dar vida a todos los seres; y la conquista de América a través de un libro que está escribiendo titulado The Fountain.

A lo largo de todos esos tiempos Tom tratará de salvar a su amada, eternamente conectado con el Árbol de la Vida, y solo a través de todos ellos podrá comprender la resurrección a través de la muerte, la vida eterna, y podrá aceptar la muerte de Izzi.

No existen adjetivos suficientes para comentar Cisne Negro, probablemente la palabra que más se ajusta a ella es su propio director: Aronofsky, y es que no conozco otro vocablo que resuma todo lo que este director es capaz de transmitir con cada una de sus películas. ¿Qué decir de Natalie Portman? Impecable, su mejor interpretación, si ya había demostrado con creces su talento aquí deslumbra como nunca, auténtico Cisne sea del color que sea. Película imprescindible en sí misma, y junto a Requiem for a Dream imprescindible en la filmografía de Darren Aronofsky. ¡Ni se os ocurra perdérosla!.

En su última película el director nos cuenta la historia de Nina, una bailarina de ballet en la producción de El lago de los cisnes, que ansía hacerse con el papel protagonista, para lo que deberá encarnar tanto al Cisne Blanco, inocente y bondadoso, como al Cisne Negro, sensual y oscuro. Nina es perfecta para el papel de Cisne Blanco pero completamente ajena y lejana de su opuesto, mientras que Lily, una bailarina recién llegada a la compañía, es la perfecta encarnación del Cisne Negro. Nina deberá encontrar su propio lado oscuro y sacar a la superficie los peores demonios de su ser para poder convertirse en su cara opuesta.